domingo, 21 de octubre de 2012

La Muerta en la Barranca


En un lugar que llamamos “el Llano de Dolores”en Real del Monte, del Estado de Hidalgo,  nació una leyenda porque allá trabajaron mucho tiempo los mineros. Esa leyenda habla precisamente de un minero que se casó con una muchacha muy bonita, pero esa muchacha era de cascos ligeros porque le gustaban los hombres aparte de su esposo; cuando el señor salía al trabajo ella se salía igual, pero a buscar aventura con cualquier muchacho.
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Entonces la suegra que vivía con ella siempre le reclamaba: “Oye, ¿por qué haces esto? Mira que mi hijo se va dar cuenta.” Como a ella no le interesaba tanto le dijo a su suegra: “Óigame que usted me está acusando y con eso lo que usted va a lograr es que llevemos mala vida.” No, pues a los pocos días la muchacha mató a la viejita, le sacó los hígados y la metió debajo de la cama enredada en un petate.
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Cuando llegó su esposo la muchacha le iba a dar de comer esos hígados de la viejita –mala la mujer, qué barbaridad–. Pero resulta que el espectro de la difunta viejita habló con su hijo y le dijo: “Hijo, no te comas ese guisado porque tu esposa me acaba de matar y te quiere dar de comer mis hígados.” El hombre trató que su esposa confesara el crimen, pero ella no decía nada. Entonces la golpeó y mientras la golpeaba le ordenó: “Dime dónde está mi mamá.” “No sé. Salió hace rato y no ha llegado,” le respondió su mujer. Y luego el hombre la siguió golpeando y ya con tanta golpiza la forzó a confesar y fue cuando encontró el cadáver destrozad de su mamá ahí debajo de la cama. Como la muchacha no tenía otra defensa, en un momento que su esposo se desentendió de ella que se echo a correr, pero como era de noche pasó por la barranca y se fue al abismo. No, pues ahí se mató.
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Luego ya con la leyenda dicen que en aquel tiempo, como era el Paso de Dolores y por ahí transitaban los mineros, en las noches muy oscuras se escuchaba que gritaba la voz de una mujer: “Sáquenme, que me quieren tragar unos perros.” Entonces los mineros, ya con sus lámparas, aluzaban el lugar y, efectivamente, veían a una muchacha y a varios perros muy grandes que parecían estar atacándola.
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Bueno, como los mineros siempre han sido gente muy noble, siempre ayudan a quien lo necesita, entonces conseguían reatas y empezaban a bajar, pero ya llegando a la profundidad no encontraban nada. Al regresarse, desde arriba sí veían a la mujer y escuchaban sus gritos de auxilio.
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Para eso el misterio es de que el pecado que había cometido aquella mala mujer se reflejaba pero no en esta dimensión, sino en otra, y siempre seguirá penando.
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¿Sabe dónde fue eso? Fue en lo que ahora conocemos como “La explanada de Dolores”, que ahora es un estacionamiento muy grande y precisamente en esa explanada estuvo la primera cancha de futbol en México.


Publicado por: Homero Adame sobre leyendas y mitos mexicanos
viernes, 13 de mayo de 2011

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